José Balmes (1927-2016), una de las figuras más relevantes de la historia plástica chilena, llega a nuestro país a los doce años de edad, exiliado unto a casi tres mil refugiados de la Guerra Civil española. Pronto se integra a la Escuela de Bellas Artes de la Universidad de Chile, a la que estuvo vinculado, primero como alumno, y luego como profesor y decano de su Facultad. Posteriormente en 1973, a raíz del Golpe Militar, se exilia en Francia. Regresa al país en 1982 y se incorpora como docente en la Pontificia Universidad
Católica de Chile. En 1999 es galardonado con el Premio Nacional de Arte.
Durante su larga trayectoria ha dado impulso a la incorporación de las nuevas corrientes pictóricas en Chile. Es importante protagonista no sólo a través de su propio quehacer plástico, sino también activando el debate cultural del país y ejerciendo una valiosa
enseñanza en varias generaciones de artistas.
Su trabajo se define a partir de los años sesenta, incorporándose al movimiento informalista en su vertiente matérica. En 1959 junto a su esposa Gracia Barrios, Alberto Pérez y Eduardo Bonati, forman el Grupo Signo. Dentro del informalismo Balmes toma su propio cauce, subjetivo en la expresión y con un gran sentido de responsabilidad social.
Su estilo se irá definiendo en un realismo que se va tornando cada vez más narrativo y dra-mático.
Para expresar su temática hace uso de un lenguaje plástico de gran elocuencia. Es una pintura de factura rápida, donde coexisten varios lenguajes, los procedimientos de la pintura y de la gráfica se irán enfrentando a objetos reales incorporados. Textura, dibujo y mancha se plantean indistintamente, todo es válido ante su necesidad de expresión. El color salpicado, chorreado da cuenta de la inmediatez del gesto, de la urgencia por registrar una emoción. Colores restringidos con fulgurantes acentos, o agudos contrastes de claridades y sombras se evidencian en las telas.
La presente exposición, que contempla obras realizadas entre 1975 y 2012, es representativa de sus intereses, dando cuenta del contexto social y político en que se des-envolvió. Su centro de interés es la denuncia de la violencia contemporánea, el avasallamiento del autoritarismo de regímenes represivos, como una manera de exorcizar el sufrimiento propio y ajeno.
Balmes preocupado por el devenir y por la integridad del hombre, asume un compromiso, constituyendo su obra un poderoso registro fragmentado de la memoria visual de nuestro tiempo.